Zaiko Circo o el imaginario callejero colectivo

Por: Antonio Monter Rodríguez

La calle es de quien la pisa, la disfruta, la hace suya y por supuesto la enriquece. Vecinos todos de una ciudad que se precia de cultural y de un trazo suculento a la vista, a través de la cantera rosa… sirve así una añeja calzada como escenario idóneo para músicos, bailarines y zanqueros.

Desfile de blanquecinas caras al estilo clown, mimo o payaso, estilo con labios pegados a la trompeta para que la sonoridad resuelva la fiesta, el festejo que ya hace falta al medio día de un sábado que se nutre de familias completas e incompletas, qué más da… la abuela con el nieto, la mamá con el hijo, el papá soltero o recién divorciado… el chiste es mover la cabeza y los pies de brinquito en brinquito.

Es el ZaikoCirco, espectáculo importado desde la perla tapatía, que conjuga música de los Balcanes con polka, funk y algunos tintes de colorido jazz.

Teatro callejero refrescante, alucinante, extravagante, conjugación versificada en figuras surrealistas y fantasmagóricas.

Es época de festivales en Morelia, es el Festival de Música que anualmente dedica un espectáculo para los de a pie en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, es entonces el ZaikoCirco una mezcla de personajes de sueños profundos y música de primer orden, de esa que llega directo al esqueleto bailarín manipulado por un titiritero alojado en el subconsciente de cada quien.

Brincos, baile, cabeza adelante y atrás en un sí de hora y quince minutos, como recordatorio de que la calle también es divertimento y no tiene sello único de posesión.

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