Susana Zabaleta, aterciopelada voz curvilínea

Por: Antonio Monter Rodríguez

¿Cómo nombrar la sensualidad sin que suene a lugar común, dado que la artista es reconocida por su desbordante erotismo de voz y cuerpo?

¿Cómo resignificar la sicalíptica tonalidad que justifique la mezcla descriptiva entre corporales carnalidades y de sonoro espíritu?

Te vas porque yo quiero que te vayas /a la hora que yo quiera te detengo, / yo sé que mi cariño te hace falta / porque quieras o no / yo soy tu dueño…”

Y es que, si alguien como Susana Zabaleta cruza con vestido entallado los reflectores de un escenario nocturno, los chiflidos, los fiu fiu, serán apenas el comienzo del borbotón hormonal que dispersará la cantante desde su voz.

Yo quiero que te vayas por el mundo / y quiero que conozcas mucha gente / yo quiero que te besen otros labios / para que me compares / hoy, como siempre…”

Noche de vodevil, de cabaret de calle en la Plaza Valladolid de Morelia, auspiciado por el Festival de Música, “Miguel Bernal Jiménez”.

Noche impúdica para los oídos castos que se asustan al escuchar tonalidades lúbricas en la letra de un bolero.

Si encuentras un amor que te comprenda / y sientas que te quiera más que nadie / entonces yo daré la media vuelta / y me iré con el sol / cuando muera la tarde…

Noche de nostálgicos tejidos musicales, ya que la compañía fue nada menos que el renovado Trío de Los Panchos (ni los músicos son inmortales, aunque su música sí), cereza en el pastel o mejor dicho en el requinto que anuncia la serenata, el enamoramiento, el aplauso zumbante, los piropos.

Te vas porque yo quiero que te vayas…”, finalizo Susana mientras en el cielo un cuarto menguante simuló al cautivado gato risón, relamiéndose los bigotes sin perder nota de aquella aterciopelada voz curvilínea.

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