“-Seño, ya no se ensucie las manos”

Por: Citlalli Lemus

Pobreza ¿Qué es? Para el pobre una forma de vida, para la clase media una problemática que el gobierno debería solucionar, para el rico una palabra que contiene una definición quizás poco agradable.

No tenía idea de cómo escribirle a ellos, yo gozaba de 3 platos de comida al día, una casa sin goteras y hasta una mascota que defendía de las tarde nubosas. Cotidianamente viajaba de mi pueblo a la ciudad, y varias veces sacaba monedas que quizás no sobraban pero no tenía corazón para negárselas a un señor, que cargaba bolsas llenas de plásticos, cartones y el embase de mi última coca cola.

Hasta el día de ayer me sentía orgullosa de desprenderme de los 5 pesos que podía usar en una botella de agua, y no de agua de grandes purificadoras, agua de pequeñas empresas que no alteraban aun sus precios.

Despegue los pies de la ruta cotidiana de mi casa a la de mis abuelos, cerré los ojos y me olvidé de los teléfonos celulares o de la hora establecida para volver a casa. Reaccioné al aroma putrefacto de los contenedores de basura que en Puruándiro se tienen en las calles, me detuve ahí.

Pasaron varios minutos, después una hora, por consiguiente varios minutos más. Las señoras, los niños y las niñas llegaban, descargaban su basura mientras se tapaban la nariz, me observaban y se alejaban.

Comencé a desesperarme, el sol era cada vez más intenso y el aroma a basura más penetrante. Hasta el momento nadie se había acercado. Comencé a temer que el camión que recogía la basura llegara y se llevara aquel montón de desechos y por consiguiente nadie llegara.

Estaba a punto de irme, camine sin perder mucho de vista el contenedor, entonces observe a un señor acercarse. Sin quitarle la mirada de encima,  camine de regreso. Sus pantalones estaban rotos y su camisa mugrosa desde los puños hasta el cuello y sus chanclas rotas, eran como esas que desechas después de varios años de uso.

Me acomode a su lado, él me miro de inmediato, le ofrecí una bolsa que con esmero había juntado, llena de embases y empaques de platico. Se los tendí y sonreí, un niño corrió desde la tienda que estaba en la otra esquina con un montón de cajas en las manos.

-Papá.- dijo en gritos sin detenerse.- voy a la otra tienda.- una chancla se le salió a medio camino, regreso por ella y continuo corriendo. El señor asintió y volvió a mirarme.

-Buenas tardes.- Comencé.  “buenas” dijo él, volvió la mirada al contenedor y movió la basura con brusquedad, las moscas salieron como enjambre, moví la mano intentando quitármelas de encima y di dos pasos hacia atrás.- Disculpe, ¿Podría preguntarle algunas cosas? : -Pregunte Seño.

No tenía claro por dónde empezar, él señor no parecía interesarse mucho en mi. Movía la basura una y otra vez.  Busqué varias opciones de preguntas que podía hacer, algo que llamara su atención.

Hoy en día, la venta PET politereftalato de etileno mejor conocido así por sus siglas en inglés. (El cual es un tipo de materia prima plástica derivada del petróleo). Es un tema actual, ya que este puede ser encontrado en botes, botellas de plástico, bolsas y muchos otros desechos de uso cotidiano.

Páginas en internet, blogs, anuncios en televisión y de más propaganda, aseguran que la venta de PET es uno de los negocios más prósperos del futuro, y del ya presente.

-¿Solo junta plástico?- Cuestioné, el hombre meneó la cabeza en signo de negación. Esperé a que contestara algo más, pero siguió moviendo basura, me acerque al contenedor. -¿Qué más le sirve?- cuestioné mientras metía la mano al contenedor y sacaba una caja de leche vacía. Él me observo y sonrió. Intenté dejar de arrugar la nariz y aguantar la respiración.

-Es fuerte el aroma.- contesto. Yo asentí.  Me alejé un poco respire y volví las manos al contenedor.- Uno se termina acostumbrando, pero ya eso del medio día huele peor.- no pude contestar, las moscas me pasaba cerca de la cara, el señor continuo moviendo la basura con un palo de escoba.

-¿Se va a meter?- Cuestioné sorprendida. El asintió,  pregunté si podía ayudarlo. -Pos mire, normalmente mi hijo se mete, pero pos se fue a las tiendas por cartón. Se metió con agilidad al contenedor, yo no hubiera podido entrar sin ayuda. Recibí los botes y las bolsas de papel que sacaba y las acomodé en sus costales. Entonces cuando estaba a punto de despedirme su voz me distrajo: ¿Usté que hace aquí? Comencé a explicarle mis motivos, el me observó muy sonriente.

“Es difícil esto de andar rejuntando plásticos, pero pos es de la manera que uno puede vivir. La mayoría de la gente nos mira feo, y pos es que no es un trabajo fácil, ¿Pero hay que comer no?”

Para las empresas medianas encargadas del acopio de plástico el margen de ganancia es de un 80%. El 20% restante se invierte en herramientas que se necesitan para realizar el trabajo, como costales, medios de trasportes etc. Del 80% mencionado, se debe considerar el pago a personas que trabajen únicamente en la recolección de plástico, sin embargo, dudaba que este hombre obtuviera un salario por parte de un centro de acopio.

Cuando terminó de buscar en el contenedor, se llevó unos tenis viejos, y se echó los costales a las espalda. Le pregunté si podía acompañarlo al siguiente contenedor, y ambos caminamos bajo el sol del medio día.

Cuando llegamos al segundo contenedor, su hijo ya lo estaba esperando. Comenzó a mover la basura. Yo me acerqué después de la ola de moscas y antes de que metiera las manos al contenedor, Don Morgan como lo llamaban, me dijo: “No seño ya no se ensucie las manos”. Apenas pude contestarle “estoy bien no se preocupe”, me tapé la nariz con la mano usándola como cubre bocas y recordé todo lo que había cogido con ella. Caminé unos pasos atrás, me limpié la cara con mi blusa, respiré profundo y regrese con ellos.

-La gente echa muchas cosas útiles a la basura. Ire, esta playera ta buena todavía.- yo, sonreí y no porque le diera la razón, si no porque no encontré que contestarle. La playera tenía hoyos por todas partes. –Ire, esta cazuela, tavia sirve. Metió a su niño al contenedor, este saco varias botellas, y un libro: Apá ire, para leer. Dijo sonriente el niño. “Ni sabes”.

¿Cuánto gana?

– Pos mire, el kilo de aluminio, es el que me pagan mejor como unos 10 pesos, pero de lo que más junta uno, pus el plástico (PET) y te lo pagan a 2 pesos, a veces 2.50 según el grueso.

En ciudades del norte de Europa, Alemania, Australia y Noruega cualquier ciudadano puede ingresar una botella de PET a una máquina electrónica que brinda efectivo a cambio de plástico; este es un programa de iniciativa gubernamental que busca crear conciencia en sus ciudadanos sobre la importancia del reciclaje.

Si se quisiera implementar un plan como este en México, considerando que por cada kilo de plástico se paga 2.50 pesos, un ciudadano podría aspirar por botella a obtener 1 o 2 centavos.

Aplaste algunos botes de lata, mientras el pequeño habría bolsas en busca de botellas. La gente no está acostumbrada a separar el plástico y eso hace mucho más complicada la labor de Don Morgan.

El pequeño hijo de Morgan tenía 6 años, quizás 7, pero pasó varios minutos sentado armando un carro roto, el cual había encontrado en la basura. Después el trabajo lo obligo a abandonar su juego.

A su edad me agradaba jugar bajo el sol, y él, solo trabajaba en esas condiciones.

Para poder tener una empresa que recicle de forma formal el PET se estima una inversión de 180 mil pesos, considerando el precio de una trituradora de plástico  en 60 mil pesos, un compactador con un valor de 70 mil y un vehículo de carga en 80 mil pesos.

Para personas como Don Morgan es difícil o casi imposible tener una cantidad tan escandalosa como esa, cuando por kilo de plástico puede llegar a recibir hasta un peso según el tipo de plástico.

En la ciudad de Puruándiro, Michoacán se cuenta con una sola recolectora de plásticos, y las personas con mayores necesidades como Don Morgan quien tiene una familia numerosa, dedican parte del día a la recolección de basura.

Aquella tarde la última cuestión que le hice a Morgan fue ¿Solo vive de la recolección de basura?

Contesto con una negativa, y me explicó que cuando se le solicitaba trabajaba en colados o como albañil. Me pareció lógico, y es que una persona no puede mantenerse solo de la recolección de PET menos aun mantener a una familia. A menos que cuente con un centro de recolección.

Cuando llegué a mi casa, tome un baño que había estado esperando las últimas horas. Me acomodé en la sala, y observé mis tenis. Tan limpios y relucientes, después recordé lo que había encontrado en la basura.

Encendí el televisor, el noticiero había empezado, “Por el planeta” anunciaba, propaganda por la subsistencia de especies en peligro de extinción, y las personas que bajo el sol juntan el plástico, ¿No  son “por el planeta”? en estos escasos tiempos ellos ganan 2.50 pesos por un kilo de pet, mientras que “por el planeta”, él de alado, gana una exorbita cantidad de dinero por un spot.

Probablemente habría maneras de ayudarlos, pero lo olvidamos, lo olvidamos porque no somos capases de ver más allá de nuestro bienestar, porque es mas cómodo o porque de cualquier manera con uno no basta.

Juguemos a olvidar, sigamos buscando definiciones de pobreza, cerremos los ojos y finjamos que no pasa nada.  ¡No pasa nada!

Mañana nos veremos las caras tú, yo y Don Morgan.

Puede que también te guste...