Haciendo ciudad: Juan Fuerte, el pintor urbano (Parte 3)

Por: Mayra Toscano

Tercera entrega: Y tú, ¿quién eres?

Uno de los sujetos se acercó a Juan.

-“¿Tú eres Juan?”

-“¡Qué onda! ¿Qué Pachuca? ¿Cómo andas?”–, contestó Juan.

-“Mira te presento a un compa.”- Se saludaron y a la vez nos presentó con ellos como sus amigas periodistas.

Me referiré a los dos chicos como sujeto número 1 y sujeto número 2 por ahora, ya que en ese momento no sabíamos sus nombres.

El sujeto número 1 sacó de su mochila un cuadernillo y se lo dio a Juan. En el cuadernillo se veían dibujos coloridos y algo psicodélicos.

-“¡Oh, órale, están muy chidos!”–, comentó Juan mientras explicaba que había una posibilidad de que hicieran algo juntos, él y el sujeto número 1.

Siguiente pregunta: -“¿Haz pintado en lugares cerrados?”

-“A mí no me interesa encerrar el arte, al contrario, para mí el arte es una bestia que no puede estar encerrada, tiene que estar en la calle, en todas las manifestaciones de arte. No todo pues, no hay que ser tan absolutistas, pero sí algo. Es como lo que dijo Siqueiros: “no hay más camino que el de nosotros”. Ahí la cagó ese güey. El arte es libertad.”

-“Pues ¿qué esperabas de ese? –Replicó el sujeto 1- ¡Si hasta hicieron un sindicato!  Ya no dejaban pintar, te decían ¡Ah! Tú andas pintando y ¿no perteneces al sindicaaaato? Deja le hablo a mi compa que aparece en el de 500, ¿sí lo has visto? –Dijo en tono burlesco– Ahorita porque a nadie se le ha ocurrido ni se le ha prendido el foco, pero este es el inicio del nuevo muralismo.”

-“¿Y sólo con pura brocha te lo avientas?” –Preguntó el sujeto número 2.

-“Sí, también porque es una estrategia de no llamar la atención y por la economía. Si quiero pintar chido con aerosol, se duplica el precio, entonces nel. Aparte te chingas tú y chingas el ambiente, imagínate yo que a veces pinto diario, todos los días andaría bieeeen chido.”

-“¿Entonces qué, nos lanzamos a Carrillo o qué?” –Preguntó Juan.

-“Pues vámonos” –Respondimos las amigas periodistas.

-“¿A dónde?” -Preguntó el sujeto número 1.

-“A Carrillo a sacarnos unas foteishons, ¡me voy a encuerar!” –Dijo Juan entre risas.

-“¿Cuál es esa plaza?” –Preguntó el sujeto 1.

-“Plaza Carrillo, la que acaban de remodelar, el audi pues.”

-“¡Ah, ya!”

-“Sale aquí dejo mi bici, al cabo que está amarrada.”

-“No, pues vámonos, yo traigo mi camioneta.” –Comentó el sujeto 1.

-“Ah ¿neta? No mames ¡te quiero besar güey!

Los cinco caminamos juntos dos cuadras adelante, nos subimos a una camioneta pickup negra. Entre dos subieron la bici de Juan a la parte trasera. Nos abrieron la puerta y la abordamos. Comenzamos nuestro camino rumbo a Plaza Carrillo para continuar con las preguntas.

Continuamos la entrevista dentro del vehículo, aunque en ese momento ya no eran preguntas para una entrevista como tal, sino que era más que obvio que los hechos ocurridos daban para una crónica.

Siguiente pregunta: -“¿Cuántos murales llevas ya?”

-“¡Güey ya deja una!” –Le decía el sujeto 1 al sujeto número 2 que iba de copiloto, ya que desde que se encendió el motor cambiaba de canción cada tres segundos.

De fondo se escuchaba “mi mujer me encontró en el celular los mensajes del Whatsapp” famosa canción del grupo Cartel de Santa.

Después de la graciosa interrupción, Juan respondió: –“Pues mira, ya perdí la cuenta pero te puedo decir que son más de 50, incluyendo uno de 72 metros de largo.”

-“¿Es el de la feria?” –Le pregunté, pues Juan tiene un mural de dichas dimensiones en el tianguis “La Feria”.

-“Sí, es el mural más largo de Morelia hecho por una persona, tardé un mes, con orientación poniente. A partir de la 1 de la tarde solazo. A partir de ahí quedé mal de mi piel, tuve problemillas con unas manchas en la piel porque sí era una joda cañona, trabajaba desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la noche, todos los días, un mes sin descanso. Sí me tenía que rifar, solo yo que estoy bien loco. Porque ¿quién hace eso? Ahí fui apoyado por la SEDECO. Pero nada más con la pintura. Yo ahí merecía un pago chido, estar ahí un mes de a grapa, está pelada.”

-“¿Qué hace el Juan arquitecto?”

-“Aún no sale nada. –Contestó mientras fingía que lloraba.- Aún ni se titula el güey. ¡Nah! Es que desde que salí de la carrera me metí de lleno a pintar. O sea acabo de llegar de Eronga (Erongarícuaro), fui a pintar con unos cuates y ve, regresé a pintar luego luego. Allá pinté la presidencia con unos cuates, me invitaron y pintamos.”

-“¿Cuál es el mural?” -Preguntó el sujeto 1 mientras llegábamos a Plaza Carrillo

-“¡Es esa! –Señaló Juan.- La única casa que no es naranja. Pinches gachos.”

El sujeto 1 estacionaba el vehículo mientras Juan seguía contando: -“Sí, pues pintamos la presidencia pero la idea es que yo pinte todo un frente que son como unos 30 metros. Y regreso a terminar ahí en unas dos semanas. Está bien chido Eronga, la gente es hermosa.”

-“Aparte venden comida súper rica, le dicen Engordarícuaro.” –Comentó Kate.

Entre muchas risas Juan contestó: -“Está bien chido el apodo.”

Silencio incómodo.

-“¡Oye güey! entonces ¿cuál es tu nombre?” –Preguntó Juan al sujeto número 1.

No sabíamos ni cómo se llamaban, pero de ahora en adelante podremos llamarlos por sus nombres…

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